viernes, 11 de junio de 2010

El concierto

Después de ver la película Le Concert, de Radu Muhailenau, una se siente totalmente viva.

Ha reído con ganas y también ha llorado de igual manera; ¿sabes esas lágrimas que caen pesadas y resbalan lento por el rostro y llegan al cuello metiéndose por la camiseta, y que si alcanzas alguna con la lengua saben tan saladas? Pues esas son las que brotaron de mis ojos y fueron muchas, porque la música no sólo amansa a las fieras, como dicen, ese formidable trabajo de equipo deja a un lado a esta sociedad totalmente envarada en un individualismo tremendo y lo que se oye suena genial, todos a una, como sujetándose unos a otros. Es tal la fuerza, que me doy cuenta que estoy apretando mis puños, como ayudando yo también a la orquesta.



El humor que destilan los personajes es tal, que pese a encontrarse apartados a una vida distinta de la que tenían, y con un futuro nada esperanzador, eso mismo los sostiene y les hace fuertes.
Buscavidas tristes en su desgracia personal que, al fin y al cabo, es una desgracia conjunta y por lo tanto compartida.

No existe mejor equipo que una orquesta. La melodía no se olvida una vez la aprendes. Todo cambia por la valentía y la cabezonería de una persona que antes dirigía al grupo: el director de orquesta. El hombre, que quiere salir de ahí, desea volver a respirar y se arriesga junto a todos los demás que desean acompañarlo en este volver a reencontrarse con su pasado.

Al final, los locos no son ellos, los que mantienen sus vidas "impolutas" son los que no están en este mundo.
La realidad es la música.
La realidad es el cine.

¡Viva la Música y viva el Cine!

1 comentario:

  1. Viva... la realidad es esa máscara que se construye para poder soportar el hecho de que nunca conoceremos la VERDAD.

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea