Siempre fue una niña flaca con
pelo rubio y ojos azules (con matices verdes si el día salía nublado).
Siempre fue una niña flaca que viendo
cine en blanco y negro soñaba ser seducida por una mente, enamorarse de unas
manos, de un corazón apasionado. Encontrar
todo eso en una misma persona, en un niño que deseara tocar y amar a una niña flaca como ella.
Pasaban los años, y en su camino de
vida se cruzó con niños que tenían una cosa u otra, pero jamás unas manos que la enamoraron. Fue feliz
a ratos, algunos mucho, incluso unos muchísimo, como todo ser humano.
La niña flaca de pelo rubio sufría
de empatía con el dolor ajeno. Cuando era feliz siempre recordaba el
sufrimiento de otros pero sin dejar de disfrutar al máximo aquellos momentos
plenos de alegría que se le presentaban. Y mientras tanto, jamás perdió la esperanza de encontrar a
un niño dispuesto a tocarla con sus manos, y que esas manos fueran las manos de
las que la niña flaca y rubia se pudiera enamorar.
La niña flaca dejó de ser rubia
para convertirse en niña flaca con pelo rojo y aroma de higuera. La niña flaca
creyó, amó. A la niña flaca con olor a higuera y un piercing en la nariz, un
camuflado fantasma le hizo la zancadilla un invierno de los tres que vivió sin
descanso; y la niña de pelo rojo e inocencia intacta cayó al suelo. La niña
flaca con un piercing en la nariz y aroma de higuera se levantó y sacudió el
polvo de su falda dispuesta a mirar al
frente una vez más.
Un domingo inesperado de una
bruma aburrida, la niña flaca que antes fue rubia y ahora ya no, se encontró un
flechazo de un oro radiante lanzado por un niño guapo desde un país lejano de
musgo y lava.
Otro día, la niña flaca, atraída
por unas palabras escritas en un monitor por ese niño de ojos azules, miró con
curiosidad sus fotos, observó el rostro del niño, su perfil perfecto, su labio
inferior, y observó sus manos,… ¡Por fin las encontró!, y fue muy curioso
porque en ese momento la niña flaca con el pelo rojo y algunos miedos no
buscaba nada, pero ahí estaban esas
manos. Repasó una por una todas aquellas imágenes del niño con manos creativas,
manos perfectas por las que dejarse tocar. Quiso cerciorarse a toda costa que
no era una ilusión presa del deseo que albergaba en su corazón desde hacía mil
años, porque fue verlas, que junto a las palabras del niño de ojos azules, surgió el amor entre las manos y la niña flaca
de pelo rojo con olor a higuera y algún miedo.
El niño de ojos azules y manos hechas
para acariciar mandaba canciones, hablaba
a la niña flaca mostrando ser un gran
contador de historias; y a la niña flaca de pelo rojo le fascinó su entrega y
la pasión que aquel niño ponía en las cosas que le contaba (“estas cosas solo
me gustan, para lo demás lo doy todo”—decía él).
…Y, he aquí, que la segunda parte
del sueño de la niña flaca de ojos azules con matices verdes se cumplió: la
mente del niño de ojos azules y manos hechas para acariciar sedujo totalmente a
la niña flaca que olía a higuera. Todo esto ocurrió sin que ninguno de los dos
se hubiera mirado a los ojos una sola vez (y eso que ella lo deseaba
profundamente desde que vio sus manos y él dirigió un flexo a su rostro para
responder un cuestionario tipo).
Así ocurrió que un día se miraron, se hablaron, se
escucharon,… Y otra noche se miraron
más, rieron juntos y se besaron bajo el destello de unas luces verde boreal que
brillaban en la oscuridad. Todo eso
estremeció a la niña de pelo rojo con olor a higuera que besaba con los ojos
cerrados, porque esa noche la niña flaca con miedos y aroma de higuera voló.
Uff....bravo.
ResponderEliminarExcelente...(sin más) excelente...
ResponderEliminarRipa
Intenso, sublime y emocionante.
ResponderEliminarImagino el dolor al vaciarte. Gracias por escribir y gracias por dejarnos entrar en tu mundo.
Te quiero mi niña flaca de ojos azules con matices verdes si el día es nublado y que huele a higuera
Me ha gustado bravo, excelente relato.
ResponderEliminarMiles de palabras en cientos de páginas vacías escritas por autores de renombre no han conseguido hacerme sentir lo que tú has logrado con estas letras.
ResponderEliminarEmocionado, identificado y, sobre todo, agradecido por haberlo compartido.
Enhorabuena y gracias. Besicos.
TIG
La que se está emocionando mucho soy yo al leer vuestros comentarios. Deciros que lo he escrito feliz porque no hay nada mejor que tener sentimientos profundos... Y no sólo por el diazepan, es que la niña flaca ya no tiene miedo y le encanta oler a higuera.
ResponderEliminarPrecioso!!!!!!!!!!
ResponderEliminarEmocionante a tope, preciosa niña flaca con olor a higuera (me ha encantado lo del olor a higuera)
Besos
Bravo, musetta. Haces especial este blog, de hecho me estoy aficionando a comentar todas las entradas...
ResponderEliminarComenta todo lo que desees. Agradezco tus palabras ;)
EliminarTienes una forma de narrar que mezcla perfecto tu sensibilidad con el ritmo propio que necesita lo que cuentas. Controlas la cadencia como lo harías con tu respiración, y tienes la virtud de dejarnos imágenes que no se nos marchan ni después de limpiarlas con horas de sueño. Gracias.
Eliminarwwoooooww!!!
EliminarPrecioso, me encanta la figura: "niña flaca que olía a higuera".
ResponderEliminarQue sepas que me ha llegado el olor a higos maduros.
Es mi aroma favorito desde que nací, porque lo hice en una casa de campo en una habitación frente a una higuera, en la cama de mis abuelos.
ResponderEliminarSiempre te he dicho que tienes talento. Hoy por fin tienes que darme la razón, tesoro. Bravo cielo!
ResponderEliminarEhh, no dejes de contarnos lo que pasa por la mente de la niña flaca, pero siempre con ese estilo tuyo, porque siempre llega muy adentro. Cuida a la niña y un beso.
ResponderEliminarPrecioso, íntimo , cercano.Me encanta, sigue volando
ResponderEliminarAnikaaaaa...que bonito!!!!
ResponderEliminarMe has dejado con los ojos a punto de derramar lágrimas, niña flaca, me he resistido porque tus íntimas historias nos enseñan lo mejor de ti, y eso es motivo de alegría. Una alegría contagiosa dentro de una historia llena de sensibilidad.
ResponderEliminarMaravilloso.
ResponderEliminarMaravilloso.
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