martes, 16 de diciembre de 2014

El extraño viaje


En las paradas de autobús pueden pasar miles de cosas, y un buen montón de ellas a la misma persona, en este caso a mí que soy la persona que más cerca tengo.

Lo mismo un día te estás dando el filete con un chico que te gusta, que pasas cien mirando cómo se lo dan los demás. Algunas ocasiones se dirigen a ti tipos que te ven moverte con los auriculares puestos, para preguntar qué estás escuchando que se te ve tan animada. El objetivo es tomar contacto visual. Unas veces contestas porque estás de buen rollo, otros te haces la sueca,…Sí, yo es que soy muy fan de todo lo nórdico, creo que se me nota en la mirada.

Ayer estuve apostada en una farola frente a un hospital cercano, hacía una rasca importante, dicho sea de paso. A mi espalda pasaron unos chicos en dirección al centro del pueblo, y antes de que pudiera reaccionar, ocurrió: me vino el aroma de un perfume masculino demasiado reconocible para mí. Lo aspiré profundamente al tiempo que cerraba los ojos y fue brutal, porque una vez más desaparecí del lugar en el que me encontraba. Ya no esperaba el bus, ni lloviznaba, ni siquiera era invierno; regresé a la casa de aquel muchacho con el que desde hace meses relaciono ese olor, y una calidez invadió mi cuerpo al estar a resguardo en aquella casa sesentera. Cuando me di cuenta de lo que me había pasado, fue, por un lado, fascinante, porque me encantan esos viajes extraños que vienen sin avisar, y ese aroma; y por otro, bastante triste. La desaparición de personas que me importan y que quiero en mi vida tiene ese efecto en mí.

Lo dicho, estuve en su casa por unos instantes esperando verle entrar en el salón, sentada en un rincón de su sofá, y aun permaneciendo con los ojos cerrados me puse a llorar lágrimas reales cuyo húmedo trazo me despertó a la intemperie. 

Con el intenso aroma todavía en mi nariz y mi cabeza, dije basta; eso es lo que los psicólogos dicen que has de hacer cuando una idea te ronda la cabeza demasiado, una de esas profundas y hasta dañinas que no te llevan a ningún sitio…miento, sí me llevan, pero no del modo que me gustaría.

He de practicar un poco más, a ver si cuando lo tenga controlado puedo quedarme en los lugares que visito más tiempo.

Me ocurren cosas inexplicables y sí, tengo ese defecto, el de querer sentirlo todo. Demasiada profundidad para estos malos tiempos de cachonda disfrazada de lírica o al revés. Porque da lo mismo, ¿no?



1 comentario:

Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea