domingo, 1 de febrero de 2015

Con el hormigón y el cine has de ser meticuloso


No sabía nada de la película hasta que esta semana vi un cartel en el que se ve a Tom Hardy conduciendo. Me llamó la atención su fotografía nocturna muy “Drive”. No he leído nada sobre ella porque no me interesa saber la valoración de los expertos ya que todo eso de las críticas y demás me resulta  profundamente relativo y, a veces, hasta cansino. Prefiero ver con mis propios sentidos y opinar, y ya si eso, leer después. Así que en este día ventoso, aunque tras la efímera lluvia nocturna ha salido el sol, y dando calor eléctrico a mi jodida espalda, he decidido que era el momento de ver qué tal es porque mi intuición decía que no me defraudaría.


He visto



de Steven Knight. Sí, ya sé, no se estrenó anteayer, pero es mi momento para visionarla y el momento es cuando es. A todo esto, ¿se ha estrenado aquí? Carezco de toda información. Si la has visto, sigue leyendo si te apetece, si no lo has hecho, que sepas que hay spoilers a mansalva.

Tras unos primeros planos de una gran obra en construcción bajo las pocas luces en una noche cerrada, un tipo se quita las botas de seguridad y se sube a un BMW.



Curiosa la matrícula en la que puede leerse ADIO S

La historia transcurre en tiempo real y dentro de ese vehículo, con un único personaje de carne y hueso: Ivan Locke (Tom Hardy), un hombre resfriado y decidido, en lucha continua con lo correcto. Un hombre que nos muestra todo lo que es en esos minutos de metraje: constructor manager o jefe de obra, meticuloso, padre y esposo, hombre responsable e imperfecto.

Me fascina la capacidad de la gente que tiene un control exhaustivo sobre las cosas que involucran el trabajo de muchas otras personas, lo que son capaces de hacer para que no haya problemas o, si los hay, solventarlos con rapidez. (Siempre recuerdo a la script de Truffaut en La nuit americaine).
La historia del hormigón es complicada y los factores para que se vaya todo a la mierda muchos (dejamos fuera los datos técnicos en medidas, bombas y demás porque si no estás metido en el tema constructivo te dicen que es el mayor vertido de hormigón de Europa, y tú vas y te lo crees, sin más). 





Ivan Locke es preciso y racional, sincero al extremo, y capaz de emocionarse escuchando a su hijo comentar una jugada que acaba en gol. Cometió un desliz en un momento álgido de alegría y no se lava las manos y lo olvida; no quiere culparse por no estar donde su cabeza le dice que debe estar. Las charlas por bluetooth se van sucediendo fascinándome, cómo sin necesidad de mostrar nada fuera de ese coche, se ve todo tan nítido: imaginas su casa, el hospital maternal, los rostros de sus interlocutores. Y lo más impresionante, imaginas esas cubas llenas de concreto C6 llegando a su hora en desfile sin pausa por carretera hasta la gran obra, la carga revisada por un Donal acojonado pero sobrio, y el vertido de la mezcla con la ayuda de esos hombres profesionales a los que corriendo en la noche se les ha ido a contratar. Todo preparado para el éxito, mientras su vida personal se malogra.

En hora y media pasa de tener una vida estable y feliz, a que todo se desmorone, exceptuando el vertido de hormigón a las 5:25 am, y el nacimiento de su culpa.

Un coche en marcha por unas circunvalaciones, una autopista, la lluvia, las llamadas que van aconteciendo. Voces de personas totalmente visibles sin necesidad de verlas en plano. La grandeza del minimalismo en un guión soberbio y una fotografía magnífica de Haris Zambarloukos.
¿Que hay fallos de continuidad y otras cosas que no se han tenido en cuenta o dejado pasar? Sí, pero el talento interpretativo de Tom Hardy en esa atmósfera claustrofóbica y de tensión la hacen en su conjunto una película arriesgada e inteligente, excelente in my opinión, sure! 
Una película que exige mucho a los espectadores. No apta para todos los paladares.


Ivan Locke: Two words I learned tonight. Fuck Chicago.


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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea