martes, 10 de mayo de 2016

Mi guardia ha terminado



Hojas afiladas se clavan en mí traspasando el cuero de las ropas y mi piel. Retuercen con rabia el acero del arma hasta astillar mis huesos. Siento que el frío de mi rostro se extiende al pecho donde me hieren, que mi cabello, húmedo de hielo, sigue el movimiento de mi cuerpo al ser embestido de forma brutal por los que consideraba mis hombres, esos que ahora me miran con rencor y odio.

Soy un vigilante aquí en el muro, soy el Lord Comandante de la Guardia de la Noche número 998. El cargo conlleva tomar decisiones complejas no al gusto de todos. Complacer a un rey es lo suficientemente difícil, complacer a dos es casi imposible. Pero soy el líder y no puedo dejar que me arrastre el desánimo o el miedo, he de permanecer despierto incluso dormido, no puedo flaquear, soy observado con constancia, de mi depende este muro y los que lo habitan. 
Vigilo, y muchas veces no puedo ver, mi vista se nubla, vigilo y en muchas ocasiones no sé nada, se enturbia mi mente.

Los que están clavando sus armas en mí creen saberlo todo y se han cansado de seguir mis dictados. Creen que acabar conmigo solucionará cualquier amenaza, por eso me están aniquilando en mitad del patio embarrado; un patio que nunca ha visto la luz cálida que dicen existe en otras tierras. No las veré, ya no.

No me había dado cuenta hasta ahora, mas aquí todo es oscuro, incluso la nieve y el hielo tiene ese tono parduzco de lodo negro. Es la noche eterna en este tiempo en el que no se descansa jamás. Quizás ahora que pierdo el hálito encuentre esa paz imposible en vida.

Me estoy muriendo, mi corazón ha sido herido de final. Se acabó para mí este tránsito que me duele tanto desde que sé que hay algo más al otro lado, la soledad no significaba nada hasta que la toqué a ella. ¡Oh, ella con su pelo de fuego! Por primera vez en mi sombría y bastarda existencia sé que otras palabras pueden ser dichas, que hay más verdades a parte de las de los altos mandos que nos preceden en este puesto olvidado e interminable.

Pues bien, aquí me tenéis Antiguos Dioses.

Mi alma exhala su último suspiro, mientras mi cuerpo cae sobre el hielo sin fuerza. Aquí quedo, petrificado sin compasión, ejecutado sin más ley que la del odio y la venganza.
¡Por la Guardia! escucho muy lejano en mi gélido final. Ya no he de preocuparme por nada: votos, honor, luchas,…porque nada queda, nada veo, nada soy.

Fantasma me vela.


Mi guardia ha terminado. 


3 comentarios:

  1. Y ahora viene lo bueno...!
    El adelantamiento en cambio de rasante de lo televisivo a lo literario nos deparará no pocas sorpresas y angustias, presumo...
    Soy la espada en la oscuridad...

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  2. Me ha gustado mucho. Qué pasada!

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Estos son los que no se callan, y me encanta que así sea